Nació en Quito, creció en un hogar en el que todo era propicio para ir formándose con finura y dominio de sus atributos personales. La poesía, la música y la pintura le tentaron. Pero lo más legítimo de sus experiencias íntimas hallo expresión n el verso. Fue una joven bella y trágica. O sea un alma señalada como pocas para el culto romántico. Cedió el impulso de escribir los RECUERDOS de su brevísima existencia, de 27 años apenas.
En cuanto a su vida social. Desde los 12 años de edad se vio constantemente rodeada de una multitud de hombres, pero se le había enseñado que los hombres no aman nunca y que siempre engañan. Se casó a los 18 años de edad con un joven colombiano pero este término abandonando a la poetisa. Así estragada su suerte, ella acudió al recuerdo balsámico de la confidencia lirica, contenida en estos versos dirigidos a su madre.
Mi corona nupcial, en corona de espinas ya cambiada…tu Dolores, ¡Ay, tan desdichada! La triste peripecia sentimental de Dolores va cavando una huella muy nítida a lo largo de su poesía. Parece que entre las palabras que ha escrito nos dejara percibir la onda intima del suspiro, ver el brillo puro de sus lagrimas, como ejemplo dos de los más altos de sus desahogos se reflejaron en Quejas y A mis enemigos.
En Quejas su malestar interior alcanza el grado de la exasperación, como consecuencia de la humillación de sentirse desamada y finalmente en los versos que titulo a mis enemigos apostrofa a gente lugareña que hablaron de ella en forma calumniosa porque no entendieron el superior donaire de su autonomía de espíritu, y que así le precipitaron en el suicidio.
Esta mujer realizaba tertulias literarias porque ella daba veladas literarias artísticas, ya que puede exponer su poesía y sensibilidad.
En sus primeros años tenía continuas platicas con un grupo de prestigiosos literarios y hombres públicos como Benigno Malo, Mariano Cueva entre otros, les brindo su incondicional amistad, frecuentándose en periódicas tertulias literarias donde la joven poeta además de dichas tertulias, tocaba piano y recitaba sus versos.
Sus poemas destilan lágrimas. El amor y el dolor se fusionan. La forma es perfecta por la armonía de sus versos, el lenguaje es de un casticismo perfecto; rompe con todo lo tradicional.
Obras
Dolores Veintimilla deja pocas obras, las cuales son publicadas por Celiano Monge en Quito después de la muerte de la poetisa.
Entre la prosa sobresales “Fantasía” y “Recuerdos”, obras en las que dialoga con el ayer y culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.
En el verso es en done mejor logra plasmar su dolor. Con “Aspiración”, “Descanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis enemigos” y “A mi madre”
Como características de estilo se pueden contar que prefirió el verso rimado y musical, y que casi no se valió de metáforas u otras imágenes literarias para plasmar su dolor en sus escritos.
Mariuxi Troya
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