DEFINICION: En gramática tradicional, una palabra es cada uno de los segmentos limitados por pausas o espacios en la cadena hablada o escrita, que puede aparecer en otras posiciones, y que está dotado de una función.
Lingüísticamente, el concepto de palabra es mucho más problemático de lo que la definición anterior sugiere. Determinar qué constituye fonéticamente o morfosintácticamente una palabra es un problema abierto, así por ejemplo junto a los morfemas ligados y las palabras léxicas existen los clíticos cuyo estatus de palabra es discutido. La rama de la lingüística que estudia la composición y estructura interna de las palabras es la morfología.
La palabra puede ser estudiada desde distintos enfoques:
Criterio fonológico: Segmento limitado por junturas, pausas o que constituyen el núcleo posible de un grupo acentual.
Criterio formal o morfológico: Mínima forma libre, caracterizada por la posibilidad de aparecer libremente en cualquier posición de la cadena hablada.
Criterio funcional: Unidad dotada de una función, aunque hay unidades mayores y menores que la palabra.
Criterio semántico: Asociación de un sentido dado y un conjunto de sonidos dado dentro de una función gramatical.
LOS SOFISTAS
En la antigua Grecia hubo un grupo de intelectuales llamados sofistas, quienes lograron tener gran influencia en la juventud griega ya que poseían gran dote de retórica y de dialéctica.
Muy por el contrario de los filósofos, su finalidad intelectual no era la búsqueda de la verdad, sino lograr un alto prestigio en sus discípulos y oyentes, obtener jerarquía política, social y monetaria.
En un comienzo ser sofista no era deshonroso. Gracias a su preparación e influencia, el sofista fue considerado como la imagen intelectual y carismática del saber, siendo apreciado por gran parte de la élite social ateniense.
Sin embargo, el movimiento degeneró, se convirtió únicamente en un medio lucrativo: manipular a la sociedad griega con argumentos relativos y hasta con falsas nociones tan sólo para obtener alguna utilidad material.
Para el pensamiento sofista la verdad depende del sujeto, de la interpretación y visión de cada persona. El bien y el mal, lo verdadero y lo falso, dependen de la perspectiva personal con la que se valora algún hecho o situación.
Entre sus célebres sentencias se encuentran:
“Todo es relativo”, “el hombre es la medida de las cosas”, “la verdad no existe”, “existen sólo opiniones no verdades”, “cada individuo percibe el mundo a su modo y conveniencia”.
Fueron precursores del exagerado uso de la opinión, no importando si estas opiniones fueran absurdas y sin fundamento, y provocaron grandes daños a la educación y formación de los jóvenes griegos.
Fueron dos pensadores sofistas quienes resaltaron en este movimiento: Protágoras y Gorgias.
El sofismo fue muy criticado y corregido por los grandes intelectuales de la antigua Grecia, pero sobre todo por Sócrates, Platón y Aristóteles.
Para el sofista, el saber tiene una finalidad lucrativa, para el filósofo, un camino hacia la plenitud humana.
Lo que no los hacía verdaderos filósofos era que con sus enseñanzas y conocimientos no buscaban la verdad sino una apariencia de autoridad.
Enseñaban a persuadir, a dominar las palabras débiles, para convertirlas en argumentos fuertes y engañosos, lo que incluye la manipulación, No creían que el hombre pudiera encontrar la verdad para todos y que cada quien tenía su propia verdad, pensaban que el hombre no conocía nada, también pensaban que las leyes eran normas de la que los humanos gozaban para no vivir como animales y que sobrevivía el más fuerte que siempre estaría sobre el débil. Los sofistas tenían esa ambición de enseñar sus creencias y conceptos de vida a toda persona. Se caracterizaban por su forma de enseñar, buscando antes que la verdad, el interés y la autoridad, tenían pensamiento de que el arete era el dominio de las palabras.
Verónica Piña
Verónica Piña
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